jueves, 5 de febrero de 2009

El amante y la espiga





La búsqueda, esa inalcanzable búsqueda del verdadero poeta es lo que distingue la poesía de Leticia Luna. Su voz alcanza diversas tonalidades según los acontecimientos que la sacudan o la sorprendan. Recuerdo la exaltación de sus versos cuando la embestida a las torres de Nueva York, el 11 de Septiembre de 2002, ella me dio unos poemas colmados de protesta, era su pluma que no aceptaba tanta barbarie. Y cuando habla de amor, el verso se tersa, nos conmueve. Al tener ante mí el presente material, veo que va tenaz tras de su estilo, pelea de una y otra forma con palabras, ve que éstas se acomoden a su sensibilidad, las doma, las toma entre sus manos, ya el poder es de ella. Este es el mayor galardón para el poeta, el encuentro con su propia voz, sobre todo en el poema El amante y la espiga, en donde tiembla y nos hace temblar al expresarse. La poesía de Leticia Luna tiene un extraordinario manejo de símiles, metáforas e imágenes. Leticia Luna se entrega así, a cumplir su misión, la misión que es otorgada a los auténticos poetas.

ENRIQUETA OCHOA